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El amor después del amor

Publicado: 2009-06-19

Leo que la FIFA rechaza el video para resolver jugadas dudosas. Leo también que la Corte Suprema de los EE UU rechaza que los convictos por algún crimen gestionen su inocencia a través de pruebas de ADN, luego de haber sido condenados.

En ambos casos el asunto es ¿Qué haces cuando aparece una prueba que descubre un error?

Claro, las situaciones no son iguales. En el primer caso, el fútbol es un juego y un negocio de muchos ceros. En el segundo, lo que está en juego es la vida y la inocencia de personas.

El árbitro decreta y el fallo es inapelable. Es la regla fundamental en el mundo de los peloteros. Así Maradona pudo usar la “mano de Dios” para meter un gol en una memorable jugarreta. Esta regla implica aceptar que el árbitro también es humano y que esa ausencia de perfección es parte del juego. Es más, le da vida y sazón al espectáculo. También supone que si te ampayan tratando de pasarte de vivo te pueden botar del campo. Además, visto desde otro lado, es un buen método para seleccionar buenos árbitros.

Esto nos recuerda que no siempre es bueno corregir los errores.

Un caso muy distinto es el del uso del ADN como método para corregir injusticias judiciales. Muchas de esas injusticias fueron posibles porque antes no había modo de demostrar la inocencia (ya sé que la inocencia se presume, pero...). El asunto aquí es que el examen de ADN permite tanto descartar a un falso culpable e identificar al verdadero.

La protección del bien jurídico “Vida” (para el caso de los condenados a muerte) o “libertad” (para el caso de los presos) debería estar por encima de la “estabilidad” del sistema jurídico. A menos que se considere que esta estabilidad se pueda apoyar sobre la injusticia flagrante.

El segundo tema que emerge en esta discusión es el rol de las nuevas tecnologías respecto a los errores humanos. Es un tema largo y complejo, pero podemos decir que hay que analizar caso por caso.

La generalización es peligrosa porque cada ámbito de la vida posee sus propias reglas de juego. Por ejemplo, mientras escribo esto el corrector automático del procesador de textos cambia “ampayan” por “amparan”. En este caso debo decirle a la compu que el que escribe este texto soy yo. Porque aún la mejor tecnología para ser aplicada debe estar sujeta a la compresión, a la discusión y en última instancia, al control humano. De otro modo, Terminator nos espera a la vuelta de la esquina.

Carlos Cordero Velásquez


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