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Murphy y Moore son bien legales

Publicado: 2009-10-14

Un poco más optimista que la ley de Murphy es la ley de Moore. Esta última dice que “aproximadamente cada 18 meses se duplica el número de transistores en un circuito integrado”. Dicho en limpio, arrimar en el mismo espacio más transistores hace que tu chip desarrolle más capacidad y velocidad. Para el chipmundo o nanotecnología, el futuro y la eficiencia dependen de la capacidad de compresión.

Ventajas adicionales: ahorro de energía, materiales y mayor movilidad. Pero tampoco es el paraíso ya que al igual que la de Einstein, esta ley es relativa. Al caer los precios de la nueva tecnología, más personas acceden al producto y el uso total de recursos puede aumentar. Efecto “Take back” que le llaman.

Con algo de licencia bíblica, esta ley casi podría explicar también por qué el pequeño David acertó con el batacazo que tumbó a Goliat. Era más chiquito y a la vez más poderoso. Pero lo que a nosotros nos interesa es aplicar esta ley a la realidad urbana. Nos interesa la nanotecnología social.

Apriétate Catalina

Hasta que aprendamos a colonizar otros planetas, el tamaño del nuestro será el mismo y dado que la población sigue creciendo y los recursos son los mismos, hay que pensar como funciona la ley de Moore en nuestras ciudades. ¿Paso 1? Aceptar que el aumento de la densidad poblacional es un dato de la realidad.

Si más gente por kilómetro cuadrado es el nuevo cartel a la entrada del pueblo, los chips urbanos con transistores más chiquitos se llaman densidad poblacional. Apriétate Catalina.

Miraflores es un caso de reciente y acelerada densificación

La ley de la calle

Hay muchas ciudades en el mundo –principalmente europeas y asiáticas- que han sentido la insoportable densidad del ser ciudadano y hay lecciones que aprender de ellas. La primera es que este cambio nos obliga a ser más eficientes en el uso del espacio.

Para juntar con éxito más gente en una cuadra, se aprovecha un fenómeno que produce la misma densidad: las distancias pueden reducirse. Al aumentar los “clientes”, si antes tenías una bodega casa 5 cuadras, ahora puedes tener una cada 3.

Al haber más personas habrá más viajes. Si la calidad y seguridad del espacio público inmediato a las casas no garantiza que los niños puedan jugar allí, se producirá una explosión de viajes lejanos en busca de recreación y educación especial. Por eso para que sea efectiva la reducción de la distancia de los viajes hay que asegurar la calidad y seguridad del espacio público.

Para asegurar la convivencia sana, a pesar del aumento de personas y viajes, éstos últimos deben más cortos, de mayor calidad (arborización, iluminación, seguridad vial, etc.) y deben utilizar preferentemente modos que sean eficientes en ocupar el espacio, como la caminata y la bicicleta. En un contexto denso, si queremos mantener calidad de vida mayor accesibilidad significa “mejor ruta y más cerca”, donde “cerca” es mejor accesibilidad y “mejor ruta” es calidad urbana.

Si el aumento de la densidad poblacional va a significar solamente más autos estacionados y más tráfico, estamos fritos. Estamos por lo tanto obligados a diversificar las opciones de movilidad y mejorar la accesibilidad próxima.

Más gente significa también la posibilidad de multiplicar las conexiones interpersonales, incrementar las posibilidades de intercambio ciudadano, siempre bajo la condición de que te muevas en el espacio de tal manera que el encuentro con otra persona sea posible y viable y que existan instancias sociales de intermediación. Esta multiplicación del contacto espontáneo es un valor que hay que saber promover y aprovechar. La democracia local debe fortalecer las diferentes formas de comunicación y organización entre los vecinos para que las iniciativas que surjan tengan un canal por donde discurrir.

La ecuación mayor densidad = más democracia no es obligatoria, pero es posible. Requiere de políticas urbanas que alienten una red social sólida que permita desarrollar distintas propuestas para el bienestar común. Estamos hablando de un espacio público cercano y de calidad que haga posible esta conexión e instituciones que hagan posible la integración ciudadana.

Barranco tour

Si yo viviera en un distrito pequeño como Barranco diría:

Es necesario que el crecimiento poblacional y habitacional sea consultado, gestionado y fiscalizado, por ejemplo que en lugar de edificios de 15 pisos, se limiten las alturas a 5 pisos, porque demasiadas personas juntas crean una presión muy fuerte sobre los servicios y el espacio público. En la ciudad ocurre lo mismo que con los chips, al llegar nuevas personas, aunque puede decrecer el uso de recursos per cápita, el consumo total crece y puede ocurrir que - por ejemplo - las tuberías existentes no se den abasto o que la calle se llene de tráfico, ruido y contaminación. Esto se debe a que las personas no vienen solas, llegan con sus necesidades de consumo, medios de trabajo y transporte.

El crecimiento poblacional debe ser desconcentrado para que la carga no sea mayúscula en zonas específicas. Por citar un ejemplo, la inversión inmobiliaria se concentra en unas pocas zonas de alto valor (frente al mar) y de lo que se trata es de distribuir mejor la carga habitacional y revalorizar así otras zonas.

Más gente significa también más tributos y más recaudación municipal. La condición necesaria es que la recolección sea eficiente, que el dinero no se vaya en corrupción o en obras públicas insulsas y que la administración de esos fondos tenga un norte y no se quede en el manejo de un aparato municipal ineficiente. Lamentablemente Barranco no es un buen ejemplo hoy.

No cabe simplemente cerrar los ojos ante lo que pasa y oponernos a todo cambio que aumente la densidad, precisamos empezar a imaginar y diseñar ciudades y distritos distintos que convivan con este fenómeno y buscar las soluciones y ventajas al asunto.

La lección es que hay que repensar la forma como vivimos, revalorar los espacios colectivos sociales y públicos para empezar a percibir que “más gente” es también “más cerca” y que el perjuicio o beneficio depende de aumentar la diversidad en el uso del espacio público, la eficiencia de recursos como la energía y sobretodo contar con una gestión local / municipal que comprenda esta situación y que diseñe de manera participativa respuestas apropiadas.

Carlos Cordero Velásquez


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