El viernes 8 de enero de 2010 el Concejo Municipal  aprobó la vacancia del Sr. Mezarina al cargo de alcalde de Barranco.

5 votos contra 1.

3 de esos 5 votos, de regidores elegidos en su misma lista. ¿Cómo explicar esto?

No es fácil explicar por qué diversas personas que han colaborado con su gestión terminan distanciándose de la misma. Primero fue el grupo de asesores de campaña, casi no queda uno. Luego los gerentes municipales anteriores. Uno de los cuales terminó ofreciendo vender información sobre su gestión. Después varios funcionarios, luego los regidores.

¿Todos complotan contra el alcalde? ¿O algo se pudre en Dinamarca?

Más allá de la anécdota de la vacancia, el conflicto se explica por la carencia de un rumbo en la gestión, no hay equipo competente ni plan urbano, carente de un programa de gobierno, la municipalidad ha terminado siendo manejada como una bodega, al final del mes se saca la cuenta de cuánto se ha recaudado y se decide qué hacer con ese dinero.

Mezarina ha gobernado sin apoyo y a espaldas del concejo municipal y ha llevado a cabo un conjunto de iniciativas que no tienen conducto regular; el irregular cobro de parqueo en la playa en el verano pasado, el intento de negociar parte de los acantilados del distrito y la abortada concesión del estadio Unión a Alas Peruanas son muestras de ello. Su posición ambivalente respecto a las concesiones de las playas y su incapacidad para resolver el tema del MAC son percibidas como síntoma  de ineficiencia y abandono del patrimonio común de los barranquinos.

Por algún lado esto tenía que reventar.

Falta que el JNE convalide la decisión de la vacancia, pero esa es otra cancha y un nuevo capítulo. Veremos.

Carlos Cordero