(I Parte)

Está demostrado. La belleza, la tranquilidad, la calidad de vida, incluyen a la bicicleta y su grácil movimiento.



Tú, furioso abogado del diablo , te preguntarás por qué. Muy fácil. Las bicicletas son al transporte lo que las mariposas al medio ambiente. Un indicador.

Si la contaminación es severa y hay pocas áreas verdes, desparecen las mariposas. Si el transporte es agresivo e inseguro, las bicicletas se evaporan. Regla de dos ruedas simple. Se las come la ciudad.

¿Cómo hacemos para que retornen las mariposas y las bicicletas?

Cambiamos su entorno, calmamos el tráfico, reforzamos las áreas protegidas.

¿En qué región de la selva se pueden desarrollar esas áreas protegidas?

En la selva de cemento de tu barrio. Allí solían formarse las divisiones inferiores de los ciclistas.

II

¿Por qué la bici funciona como un indicador?

Porque es un transporte de tipo abierto, expuesto. Es una persona sentada en un caballo de metal. Cuando vas en bici el contacto con tu medio es pleno, se sienten los sonidos, los olores y el viento.

Por eso mismo la  bici es muy sensible a las dificultades que presenta el entorno. Si hay mucho ruido, si el tráfico es agresivo, los ciclistas lo percibirán y se sentirán afectados de inmediato.

Cuando las condiciones del tráfico son muy adversas, los ciclistas dejan de serlo. Es cierto, quedan unos pocos: jóvenes, fuertes, arriesgados. Pero la diversidad se acaba. Distintas personas pedaleando (mujeres, ancianos y niños) indican un sistema seguro y que funciona. Lo inverso ocurre en Lima.

La conclusión es que parte de la mejora del transporte es brindarle espacio en la ciudad a las bicis. Planificar e invertir de manera integrada. Al hacerlo permitimos que haya más diversidad. Es decir que personas muy distintas entre sí puedan optar  por un transporte barato, saludable y eficiente. Lima puede ser una ciudad que incluye a sus ciudadanos en movimiento.

Carlos Cordero Velásquez